¿Necesitas un plan?
A veces se necesita un plan y en otras ocasiones no. Si vives un año sabático, unas vacaciones sin obligaciones, un periodo de reflexión personal donde deseas conocerte mejor, vivir el ahora o reforzar tu gestión de las emociones, entonces no necesitas un plan, porque los imprevistos y las adversidades formarán parte del camino y no se persigue ningún objetivo externo, solo importará el proceso.
Si persigues un logro, si tienes un objetivo y del éxito del proyecto depende el futuro de las personas involucradas, entonces sí necesitas un plan. Las empresas siempre tienen un objetivo clave que es hacer llegar su propuesta de valor al mercado de forma sostenida en el tiempo, asegurando así su supervivencia. Cualquiera que sea la estrategia que diseñe la empresa conviene que acabe desembocando en un plan financiero, es decir en la visualización cuantificada del futuro.
Cuando hablamos de planificación financiera muchas empresas pequeñas y medianas piensan que es un tema que solo afecta a las grandes y prefieren centrarse únicamente en el presente olvidando la ventaja competitiva que podrían obtener si dedicarán un poco de tiempo a visualizar el futuro.
La visualización del futuro sirve para reducir las posibilidades de que los escenarios más negativos lleguen a producirse, por el simple hecho de que al verlos en la simulación podemos alterar las circunstancias para evitarlos.
Una planificación financiera empezará con una buena estimación del cierre del año en curso (forecast), seguirá con el presupuesto del próximo año y finalmente añadiremos las estimaciones más gruesas para los siguientes años hasta completar una visión a 3 – 5 años. Para poder realizar este trabajo irá bien contar con información de dirección, ventas, compras y resto de áreas involucradas, ya que la valoración del futuro es un puzle que necesita ser contemplado desde diversos prismas para acercarse a una imagen razonable.
Con la estimación de ingresos y gastos construiremos las cuentas de pérdidas y ganancias previsionales, y tendremos una primera visión del camino que va a realizar la empresa según la información existente. En ocasiones, este ejercicio ya aporta información de gran valor que permite una reflexión de impacto en la organización.
El siguiente paso es convertir las cuentas de resultados en una previsión de tesorería convirtiendo ingresos y gastos en cobros y pagos, sin olvidar aquellos flujos de efectivo que provienen de otros orígenes como devolución de préstamos o impuestos, entre otros. De esta forma obtendremos una información de máximo valor, al mostrarnos las posibles necesidades de financiación que la empresa puede tener en los próximos años.
De un plan financiero realizado a fondo podemos ver, por ejemplo, que nuestro modelo de negocio se agota y es imprescindible abrir nuevas líneas de negocio, buscar nuevos productos o mercados, o al contrario observar un crecimiento importante que precisa de un ajuste de la estructura de la empresa que implique nuevas localizaciones o ampliaciones de ubicación o de soporte tecnológico, para las que vamos a requerir recursos económicos.
En el momento en que podemos prever las necesidades de tesorería a largo plazo, estamos en condiciones de eliminarlas al disponer del tiempo necesario para realizar las mejores negociaciones, ya sea a través de búsqueda de inversores, financiación bancaria o ayudas pública, habrá valido la pena el tiempo y el esfuerzo invertido en mantener una buena planificación financiera.
Publicado en la sección “Liderazgo” del periódico SEGRE el domingo 28 de Febrero de 2016.
Argelia García
Socia EFM
Dirección Financiera Externa para una gestión económica inteligente